En el Festival de Aviñón, “Mami” o la poética de la realidad de Mario Banushi

El escenario está cubierto de tierra, con una pequeña cabaña de piedra, solitaria en medio de la nada. En la noche, apenas interrumpida por una farola, ladran los perros. Y desde el principio, al entrar en esa noche, sabemos que nos embarcamos en un viaje, y que será extraño y hermoso. Una oleada de emoción invadió Aviñón el domingo 13 de julio tras el estreno de Mami , el espectáculo del director Mario Banushi, que se confirmó como el descubrimiento más valioso de este Festival.
El joven artista greco-albanés despliega un paisaje conmemorativo y sensorial tan íntimo como universal en esta pieza que, sin duda, narra la historia de su propia vida. Pero de una manera única: a través de imágenes, luz y cuerpos, que, en su obra, adquieren una fuerza de presencia y aparición poco común. Sin palabras, en lo que, sin embargo, se presenta como un "libro inmaterial" tejido a partir de historias.
Todo comienza con una joven que da a luz sola, de noche, y con un joven que alimenta, por así decirlo, a una anciana, a quien luego hay que cambiarle el pañal. La imagen recuerda, en su mezcla de crudeza y dulzura, belleza y violencia, a "Sobre el concepto del rostro del Hijo de Dios" , un espectáculo de Romeo Castellucci que causó sensación en Aviñón en 2011. Mami se entrelaza con estas figuras de madre y abuela que marcaron la vida de Mario Banushi, pero aún más profundamente con esta relación maternal de múltiples relajaciones, en la que la abuela se encuentra a su vez, en la vejez, dependiente de su nieto.
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Le Monde